Páginas

miércoles, 17 de octubre de 2012

La Vida es como Neblina


  Hace algunas semanas regresaba de una actividad en el templo. Justo antes de entrar a mi casa, me llegó a la mente la idea de que, quizá, estaba cayendo en la vanalidad de la vida. Me preguntaba si, a final de cuentas, lo que hacía (las actividades, la gente que conocía, o lo que poseía  materialmente) eran cosas de las que, frente a Dios, me avergonzarían, no porque estuvieran mal sino porque quizá estaba conformándome con eso. Quizá debía actuar más, esforzarme más, dejar de lado todo aquello que me ‘estorbaba’. Pero entonces, como otras veces, mi ego comenzó a justificar todas y cada una de esas cosas, en su afán de no perder su comodidad. Y así, un poco más tranquilo y convencido por todas esas razones, entré a mi casa.

  Pero entonces, el Espíritu Santo se encargó de poner las cosas en su lugar correcto. Mi esposa me recibió con una muy mala noticia. Una amiga de la familia de ella había sufrido la muerte de su hija, una joven universitaria que regresaba de su intercambio en los Estados Unidos, para estar al lado de su madre en Ecuador después de medio año. Unos días atrás, en una de las avenidas de Quito, un autobús de transporte público embistió el auto en el que viajaban ella y algunas de sus amigas. Todas resultaron gravemente heridas, pero a ella le tocó la peor parte. Fueron internadas en diferentes lugares, mientras su madre intentaba desesperadamente encontrarla. Finalmente llegó junto a ella, sólo para abrazarla y despedirla en su último suspiro. 22 años. Toda una vida por delante, con un presente brillante y un futuro prometedor. Pero tan humana como cada uno de nosotros.

  ¡Qué bien haríamos en recordar las palabras del Señor en Santiago 4:13-14:

  “¡Vamos ahora!  Los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad,  y estaremos allá un año,  y traficaremos,  y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana.  Porque  ¿qué es vuestra vida?  Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo,  y luego se desvanece.”


  ¿Qué tiene que ver esto contigo y conmigo? Creo que nos ayuda a evaluar, desde la perspectiva adecuada, todo lo que hacemos ahora. ¿Estamos perdiendo el tiempo en planeación, en actividades, en relaciones interpersonales? No, si eso nos coloca en el plan de Dios para salvar un alma más. El problema es que nuestro ego quiere detenerse a disfrutar de todo eso. Por su parte, el Espíritu Santo nos impulsa a seguir esforzándonos, a desvelarnos más, a sufrir más humillaciones por el Nombre de Cristo, a ser menospreciados por mantener nuestras convicciones, a dejar de lado las ofensas, a levantarnos una vez más, porque la gente necesita conocer del Salvador. Y es que todas esas personas no se dan cuenta de su gran necesidad de Cristo, se resisten a humillarse ante Él. Pero nosotros sabemos que “la vida es como neblina”, y cada segundo cuenta.

  Algún día nos presentaremos ante el Señor. Y si de algo nos avergonzaremos más será por habernos conformado con lo que hemos logrado hasta ahora, por no esforzarnos más para evangelizar, por no seguir abriendo nuestra boca para comunicar el mensaje más importante que cualquier humano (neblina sobre esta tierra), podrá escuchar jamás. Y entonces recuerdo la súplica de Moisés, cuando dijo:

“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,
Que traigamos al corazón sabiduría.”
Salmos 90:12


  La única manera de disfrutar la vida al máximo, y asegurarnos de cumplir con nuestro propósito sobre esta tierra, es con la sabiduría divina en nuestro corazón. No desperdicies tu vida con malas decisiones. Deja de perder tiempo en lo que no te conviene. Vive la vida que Dios ha planeado para ti. Nunca te conformes. No te rindas. Esfuérzate al máximo en cada cosa que hagas. Pero asegúrate de contar con la sabiduría de Dios en tu corazón. Porque “la vida es como neblina”, y créeme: no vale la pena vivirla a medias.




Edgar David Miranda Marín es pastor de Jóvenes en el
Centro de Ministerio Juvenil, MÉXICO.
Ciudad Juárez, Chih.

No hay comentarios:

Publicar un comentario