Como todos los días, me levanté temprano (ok, ¡es un decir!), y me dispuse a comenzar mis actividades diarias. Pero había algo raro en el ambiente... algo que no me dejaba estar cómodo en nada.
Pero conforme avanzaba el día, me di cuenta que era dentro de mí donde estaba lo malo: me dolía todo el cuerpo (pensé que podría ser por el extraordinario ejercicio físico que realizaba todos los días... ok, ¡otra vez es un decir!), me sentía muy débil, me dolía la cabeza, los ojos, y comencé a sentir fiebre.
“Bueno, creo que me va a dar gripa”, pensé. Iluso. Apenas comenzaba lo que sería una larga semana.
Por la tarde, cuando el dolor y la fiebre aumentaron, me tomé una de aquellas pastillas favoritas por todos para eso de la fiebre y el dolor. Increíblemente, después de unas horas, y de dormir, ya estaba mucho mejor. Aún sentía algo de dolor, pero la fiebre y el malestar general ya no estaban. ¡¡Había vencido!! Tan seguro estaba de eso, que por la noche me fui a jugar futbol. No sabía que esa iba a ser mi última actividad fuera de mi casa por varios días.
A la mañana siguiente, todo empeoró. Mi vida llegó al límite. Y por los siguientes cinco días, permanecí acostado prácticamente todo el tiempo. Esto no sonaría tan mal si hubiera estado en Cancún o en Huatulco, a la orilla del mar y sobre una hamaca. Sin embargo, esto me dio oportunidad de reflexionar sobre algunas cosas que estaba aprendiendo, y sacar de todo esto algunas lecciones que te quiero compartir ahora:
1. La vida es muy frágil, ¡pero asombrosa!
¿Te has puesto a pensar en cuantos peligros hay a nuestro alrededor, de los cuales no somos conscientes? Créeme, podríamos morir o vernos seriamente afectados por muchos de ellos. Somos débiles. Nuestro cuerpo tiene un límite, y constantemente nos avisa sobre ello: dolores de cabeza, cansancio, sed, hambre, etc. Sin embargo, una sola de esas vidas frágiles puede hacer una gran diferencia en este mundo. Es asombroso cómo Dios se complace en usar lo débil de este mundo, para avergonzar a los fuerte (1ª Corintios 1:27)
2. El espíritu está dispuesto.
Jesús nos dice que “el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” (Mateo 26:41) Es una seria advertencia para orar siempre. Pero también dice esto: aunque el cuerpo es débil, el espíritu es diferente. A pesar del estado físico en que estemos, nuestro espíritu, que ahora vive gracias a Jesús, está dispuesto. No se apaga. No retrocede. No se deja vencer por el miedo del momento. Al contrario: intenta levantarse siempre. Lucha, se esfuerza, se arriesga. Sabe que no tiene nada que perder porque ahora vive para siempre.
3. Dios controla todo.
Sí, yo sé que eso ya lo sabes, pero ¿a poco no es difícil recordarlo cuando atravesamos por una prueba? Especialmente cuando nuestra salud es quebrantada, debemos pensar en esto: es Dios quien ha establecido límites a la vida humana, y Él es quien gobierna. Por lo tanto, si Él aún no ha decretado tu fin sobre esta tierra, entonces no importa lo que sientas, veas, o escuches a tu alrededor. Simplemente aún no ha llegado tu hora. Saber que Dios es quien controla todo nos debe dar confianza y esperanza, sabiendo que existe un propósito para cada situación, y que pase lo que pase, Él se encargará de que se cumpla (Salmos 138:8)
4. Algún día todo acabará.
Sin embargo, el cristiano tiene una esperanza extraordinaria: algún día todos sus sufrimientos emocionales y físicos acabarán. Dios mismo enjugará “toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.” (Apocalipsis 21:4) Sé que esto puede sonar un poco difícil de comprender pero, si esto va a ser así (y créeme, ¡así será!), entonces, ¿qué importa un poco de sufrimiento ahora? Comparado con toda una eternidad disfrutando del gozo más pleno que jamás has imaginado, ¿qué nos puede hacer una enfermedad, un momento de dolor, una decepción, un fracaso? Algún día nos reiremos de ello.
5. Cuida tu cuerpo.
Todo lo anterior no nos da permiso de actuar irresponsablemente sobre nuestro cuerpo. Piensa en esto: si el Señor va a usarte sobre este mundo, definitivamente lo hará a través de todo tu ser… incluyendo tu cuerpo. Pero si eres negligente en cuidarlo, ¿cómo esperas que te de mas responsabilidades? Cuida lo que comes, lo que bebes, haz ejercicio regularmente, etc. Recuerda: ¡tu cuerpo es el templo del Espíritu Santo! (1ª Corintios 6:19-20)
6. Mejores son dos que uno.
Definitivamente esta parte es una de las más especiales: no se qué me hubiera pasado si en mi peor momento durante la enfermedad hubiera estado solo. Pero agradezco a Dios por la hermosa mujer que me permitió conocer hace ya 7 años, y que desde entonces es mi amiga; mi novia desde hace 6 y medio; mi esposa desde hace 5… es extraordinariamente importante que te asegures de escoger muy bien a la persona que estará a tu lado por el resto de tu vida, porque en los momentos difíciles es cuando verás el resultado de esa decisión. Puedo decir que sigo bien porque el Señor utilizó a mi esposita hermosa para cuidarme cuando yo no podía hacerlo por mí mismo. Porque mejores son dos que uno. (Eclesiastés 4:9-12)
7. Autoconfianza excesiva.
Te lo diré de esta manera: irte a jugar futbol después de que unas horas antes tenías fiebre no es algo muy sabio (por no decir que es muuuuy tonto… sin comentarios.) Pero me di cuenta de que esto tiene su paralelo en la vida espiritual: a veces tenemos algunas victorias en decisiones difíciles, malos hábitos, carácter, etc., y tendemos a creer que, con esa victoria, ya estamos bien. Pensamos que ya estamos listos para todo. Grave error. Paradójicamente es cuando más vulnerables somos, porque bajamos nuestras defensas y somos presa fácil del enemigo. Debemos aprender de nuestros errores, y de los de otros, a fin de evitar esta autoconfianza destructiva. Recuerda: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.” (1ª Corintios 10:12)
8. La vida es muy frágil, ¡pero asombrosa!
(¿Ya lo dije?) Pero muchas veces sólo nos concentramos en la parte frágil. Así que no pierdas el tiempo tomando malas decisiones. Tu vida puede ser extraordinariamente poderosa, con un impacto positivo eterno, pero sólo si la depositas en las manos de Dios diariamente. Créeme, tienes un tiempo límite sobre la tierra. Pero antes de que se agote, asegúrate de que este mundo conozca la parte asombrosa de tu vida.
Edgar David Miranda Marín es pastor de Jóvenes en el
Centro de Ministerio Juvenil, MÉXICO.
Ciudad Juárez, Chih.
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