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martes, 7 de agosto de 2012
Trayektor no.2: Novelas, Plegarias.
Los que me conocen saben que me gusta mucho leer pero no siempre fue así. Antes cuando era más joven veía un libro que parecía interesante o escuchaba recomendaciones literarias y decía en mi mente "algún día...". Pero ese día no llegaba y me quedaba simplemente en la animosidad o agradable fantasía de que algún día no muy lejano me atrevería a leer. Me ponía excusas como: no tengo tiempo, ese libro no parece interesante, mejor juego Xbox, soy demasiado joven, etc. Algún día...
Pues ese día al fin llegó y fue mas bien un asunto de exclusión que compromiso con la lectura. En las primeras páginas de aquella novela, que por cierto tenía 1600 páginas, lo quise dejar y lo hubiera hecho si no me hubiera obligado a seguir. Me pasaba de todo: me dolía la cabeza, me mareaba cuando leía en el micro, me ganaba el sueño, me ardían los ojos, no entendía algunas partes, me enojaba con los personajes, con el autor, etc. Pero fue cuando empece a tomar un ritmo de lectura que empece a entender y también, gracias a eso ya no me detenía ni desanimaba lo que antes me molestaba sino que mas bien esas cosas fueron desapareciendo.
Ahora leía en todos lados: trabajo, escuela, casa, metro, micro, etc. Y lo mejor es que cada vez quería leer más y más.
Se preguntaran: "porque escribió todo eso?". A lo que quiero llegar es a esto: lo mismo pasa con la oración. Tú probablemente te congregas y a la hora del mensaje escuchas al pastor decir: "estaba orando anoche hermanos y Dios me reveló esto..." y tú sentado ahí donde estás dirás: "Algún dia..." y después pasa una hermana a dar testimonio y dice: "tuve un problema y oré y Dios me dio paz..." y tu dices: "algún día..."
Pones pretextos por los que no oras pero en el fondo sabes que son excusas débiles y sin sentido. Y te quedas con esa fantasía de qué pasaría si por fin te decidieras.
Pues bien déjame decirte un secreto: A orar se aprende orando. Al principio tal vez te sientas tonto y que nadie te escucha y que estas hablando contigo mismo. Ejemplo:
Escena ubicada en tu cuarto, cerrada la puerta y tú de rodillas.
- Jesús estoy aquí postrado ante ti pidiéndote en el nombre de... (chin!!! no puedo pedirle cosas a Jesús en el nombre de Jesús. Empecemos de nuevo).
-Dios aquí estoy en tu presencia... (de verdad Él estará aquí? Él está en todos lados pero, le interesará mi oración? Empecemos de nuevo).
Y así se me pueden ocurrir un montón de cosas simplemente porque a mi me ha pasado muchas veces.
La Biblia dice en 1 Tesalonicences 5:17: Orad sin cesar. No dice "ora cuando tengas ganas, cuando sientas mi presencia, cuando no te sientas tan sucio..." dice SIN CESAR.
Un ejemplo excelente es Jesús. Siempre oraba como si nunca se hubiera desconectado de la presencia de Su Padre. Oraba en las noches, en las mañanas, cuando se enojaba con los fariseos, antes de ser arrestado, en la cruz, después de resucitado, todo el tiempo!!! Y siempre lo hacía como si nunca hubiera dejado de hacerlo.
Ahora déjame darte algunos consejos:
- Persevera en la oración. Es como andar en bici; al principio te vas a caer o lo vas a querer dejar pero después de un tiempo te sale automático.
- Dios siempre te escucha. Dice Santiago 4:8 "Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros."
- Sé consciente de la presencia de Dios en todo momento y lugar. No puedes platicar con alguien si no sabes que está contigo.
Recuerda: A orar se aprende orando; practica con momentos cortos u oraciones sencillas y ve aumentando. Pronto verás resultados espirituales.
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