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lunes, 13 de agosto de 2012

La Traición se paga. La Fidelidad…¡También! (2 Samuel 20)


En estos capítulos podemos observar que David lo estaba pasando realmente mal con la pérdida de Absalón su hijo, todo Israel no le permitió estar en duelo por aquel hijo a quien David amaba ante todo como padre y no como rey, que a pesar de la traición de su propio hijo no podía dejar pasar por alto que lo amaba y que como padre quería lo mejor para él, el pueblo no le perdonó el sentir debilidad por su propia carne, es decir, por su propio hijo. Este hombre perverso de quien nos habla la Biblia, Seba de la tribu de Benjamin, conspiró en contra del ungido de Jehová (en contra de aquél en cuyo corazón moraba el corazón de Dios), incitó al pueblo a abandonarle en el momento en el que el Rey más los necesitaba, el pueblo le dejo sin pensar en nada mas que en su propia molestia.



Sin embargo hubo unos cuantos que no le abandonaron, que le reconocieron como rey y quienes le mostraron su lealtad a pesar de todo. Entre estos hombres que fueron files a David encontramos a Joab y a Abisai, hombres valerosos que estuvieron con el en todo momento, que arriesgaron su vida por la de su Rey y quienes le hicieron justicia y dieron muerte a aquellos que conspiraron contra el ungido de Jehová, este capítulo relata meticulosamente cómo estos hombres leales hicieron justicia y demostraron que la traición se paga. Estos hombres fueron contados ente los fieles de David y sus nombres son reconocidos hasta nuestros días.

Aplicación para tu vida.

Hay muchas ocasiones que nosotros como congregantes se nos hace fácil hablar en contra de quien Dios ha puesto al frente de nosotros, en nuestro caso sería nuestro pastor, de nuestros líderes juveniles o de los que dirigen. Y con nuestros comentarios desanimamos  a otros y los volvemos en contra de aquellos que son siervos de Jehová, nosotros no les permitimos equivocarse o tener un momento de angustia, no les permitimos ser humanos como lo somos nosotros. Conspiramos en su contra, criticamos, cuestionamos o simplemente los abandonamos en los momentos de debilidad, angustia o necesidad.

La pregunta es: ¿Podemos ser la diferencia? ¿Podemos ser de ese grupo selecto que los apoya, los alienta y aun que lucha por ellos? ¿Podemos hacerles justicia? ¿Podemos reconocer que ellos son hombres al igual que nosotros? ¿Podemos reconocer que son ungidos y escogidos de Dios con un propósito bien definido?

Si tu respuesta es no, entonces no puedes ser contado entre los fieles de la tierra y los ojos de Jehová no están puestos sobre ti y no se trata de los fieles del pastor, sino fieles a la autoridad que Cristo puso en nuestras vidas, la Biblia enseña que debemos ser sujetos ante nuestras autoridades terrenales para que finalmente podamos ser sujetos a aquel que no podemos ver pero que si podemos sentir en nuestras vidas.

Ora por tu pastor y por aquellos que están al frente de tu grupo, apóyalos, ámalos; si lo haces, tu nombre será reconocido en el libro de la vida.

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